Los gestos de un pueblo llamado Rincón

«Bajo la tímida luna de una refrescante noche, camino sobre la suave arena de un pueblo lleno de texturas, en donde paso a paso siento las sabias palabras de cada una de sus casas, que con sus puertas y ventanas me guiñan el ojo o simplemente los cierran para albergar cierta presencia detrás de estas, que sin importar de donde vienen ni para donde van, muestran una eterna sonrisa que hasta el mismo horizonte me puede acompañar».

Esta vez me encuentro con Juan, un joven de unos 17 años de edad, quien al ver mi cámara se detiene para pedirme que le haga una foto. Su aspecto algo particular me anima a buscar un buen espacio. Intento usar el cielo como fondo y una luz rojiza de un poste para iluminarlo. Sin embargo, al haber tan poca luz, la fotometría no me da.

Juan, un joven de rincón del mar
Uno de los jóvenes de un pueblo llamado rincón del mar en Colombia

Entonces, aprovecho que uno de mis amigos llevaba un flash tipo speedlite para realizar un esquema de iluminación; pienso cómo hacerlo, quiero algo contrastado pero analizo que si lo utilizo para iluminar su rostro, aún seguiría perdiendo la información de su cabello en el fondo. De pronto, miro a hacia los lados y veo el guiño de una casa blanca, pido permiso y en cuestión de segundos se convierte en mi pequeño estudio; ahora, tengo el reto de conseguir una buena iluminación con una sola fuente de luz.

Gracias a los radios, que me permiten la comunicación entre cámara y flash, le pedí a alguien que sostuviera la luz de aquel estrobo justo detrás de Juan. Utilicé el zoom del speedlite en 24 mm, para tener un área de cobertura de luz lo suficientemente grande para que hiciera la función de tres luces: principal, contraluz y fondo, aprovechando su camiseta blanca como reflector sobre la pared que estaba detrás de él. Hice mis cálculos a partir del número guía con respecto a la pared de mi lado izquierdo como luz principal. Ahora lo único que quedaba era registrar la actitud de aquel amigo quien, al ver su imagen registrada en un pequeño cuadro, me agradeció con una de esas sonrisas que me acompañó hasta que desaparecí en el horizonte de aquel pueblo llamado Rincón.

Por Héctor Aguirre

Fotógrafo Colombiano especialista en en imágenes publicitarias

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *